CUANDO UNA MUJER DECIDE MORIR...
¡Despierta!... abre los ojos y mira la luz, es la vida, lo cotidiano, los ruidos, los aromas, los colores que se mueven con cada persona que pasa por la calle, el parque, las escuelas, librerías, oficinas, hospitales, por cada rincón de este mundo, y ella tan sólo se muestra inerte, asombrada de que todo comenzará de nuevo, fue como sentirse viva por primera vez, tenía ganas de hablar con elocuencia, amar con locura, gritar desaforada que estaba viva y sin embargo se contuvo, fue más fuerte el compromiso de seguir siendo la aburrida, la persona gris sin ilusiones, la mujer que tiene fuerza para cumplir los sueños de otros más no los propios, así era ella, que a la menor provocación ocultaba el brillo que escosaba su piel bajo las normas, las reglas, la mordaz moral, la buena ética y costumbres. Fue ella quien mató los sueños que formaban parte de su alma, sabía que no era su tiempo, espacio, su lugar, ella anhelaba lo que no conocía, añoraba lo que creyó merecer y que sólo era un frío recuerdo de una vida jamás vivida. Estaba perdida, estaba atrapada, veía a esos seres amorfos no de cuerpo pero si de mente y alma, quienes trabajan día y noche para decirle a otros aquí estoy, existo y necesito que sepan otros que existo, miraba día con día a esos seres que se la pasan descartando las acciones de ajenos, aquellos seres que se sentían dueños de todo y visiblemente lo ignoraban todo.
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