Mi bella mulata sacude tú cuerpo,
¡hazme vibrar!... desentierra al espectro;
murmura mi nombre, agita tus palmas,
invoca a tus dioses y que arrullen mi alma.
Tú santa oración persigna mi pecho,
reconforta mi fe y vuelve la calma,
desaparece la pena y el temor asfixiante
que provoca la soledad perturbarte.
Al calor de la danza, rebullen las hierbas,
matando pesadillas y mermando su fuerza,
soplando en las sombras, abriendo camino
para sanar este cuerpo y don divino.
E.M.E.
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