AMANTE BANDIDO
Entre sus brazos me abrigo con su cariño,
sus versos confortaron cada una de mis dudas,
era un hombre que hablaba como un niño,
era un niño que jugaba a ser un hombre.
Su mirada transformó mi cuerpo ya marchito,
en el sueño de un joven sediento de pasión,
se aferraba a mis labios con dulces mordiscos,
en esa noche incierta, que por mí él naufrago.
Charlamos de la vida y contemplamos las estrellas,
el tiempo se burlaba de la circunstancia tan ingenua,
nos fundimos en caricias y palabras lisonjeras,
bajo el auspicio de la vid, deliciosa traicionera.
Más hizo lo imposible, me advirtió más de una vez,
de mí no te enamores, porque puedes tú perder;
no era necesario advertir de forma cruel,
cuando el alma esta nublada, ya no se puede caer.
E.M.E.
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